Desde que conocí los Pueblos Blancos de la provincia de Cádiz procuro recomendar a todo aquel con quien hablo de viajes que se deje caer algún día por allí; pero nunca imaginé cómo de surrealista iba a resultarme una de esas conversaciones. Hace poco me topé con un tipo que debía ser extraterrestre, ya que me afirmó que hacía poco que había venido de muy, muy lejos; y que nunca había viajado fuera de la ciudad en que vivía. Lo cierto es que no le tomé muy en serio y que tampoco me sorprendió; pues me lo dijo en un café pub con un ron en la mano. Sin embargo, después de varios rones más y tras un rato de charla amigable, he de reconocer que empezó a caerme simpático.
Cuando ganamos algo más de confianza, por fin me confesó que era originario de la Luna; e incluso me contó anécdotas muy imaginativas de como era su vida por allí. Por cortesía, hice yo lo mismo, y le hablé de mis propias experiencias vitales y de mi pasión por los viajes.
El caso es que al cabo de un buen rato me comentó que se había comprado una furgoneta, que quería empezar a conocer nuestro planeta y me pidió que le recomendara algún sitio por el que poder empezar. Yo pensé, aparte de que estaba chalado, que siendo verano lo mejor que podía hacer era disfrutar de unos días en el mar, así que le pregunté si disponía de muchos días y me respondió que una semana; por lo que le aconsejé hacer una ruta como la que hace poco hice yo por la provincia de Cádiz, empezando por los Pueblos Blancos y terminando en el Estrecho.
Como los bares no permanecen abiertos eternamente, no dio tiempo a terminar nuestra conversación; pero intercambiamos nuestras direcciones de correo y a los pocos días comenzamos a intercambiar e-mails. Estos son los tres primeros que a modo de cartas le escribí tras recibir de él una docena:
¡Querido selenita…! Vaya por delante que son muchas y enriquecedoras las actividades que se pueden llevar a cabo en la provincia de Cádiz; desde deportes de aventura, pasando por catas de vinos, hasta disfrutar de sus numerosas fiestas y tradiciones. Así como son innumerables los bellos parajes y encantadores pueblos que allí se pueden visitar. No obstante, hay tres zonas que considero indispensables si no las conoces: los Pueblos Blancos, Cádiz capital y la Costa de la Luz…
1. LOS PUEBLOS BLANCOS
19 son los municipios pertenecientes a las hermosas Rutas de los Pueblos Blancos de la Sierra de Grazalema; declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1977. Están caracterizados por el blanco de la cal de las fachadas de sus casas; por sus callejuelas en muchas ocasiones estrechas y desniveladas; por una economía basada en el turismo y en el cultivo del aceite; y por ser donde se registra la mayor pluviosidad de toda la península ibérica.
Si sólo tienes una semana para hacerte una idea general de la provincia, te recomiendo que te decantes por la Ruta Norte, que es parte de la Ruta de los Almorávides y Almohades, y que te detengas un rato en:
SETENIL DE LAS BODEGAS
Es aconsejable que lleves un calzado lo más cómodo posible, ya que te encontrarás con algunas escaleras empedradas y muchas cuestas empinadas; como por ejemplo, para subir al castillo. Setenil de las Bodegas tiene una peculiar morfología, con una trama urbana repleta de calles sinuosas. Dos de ellas resultan muy especiales, la Calle Cuevas del Sol y la Calle Cuevas de la Sombra; una a cada lado del cañón del Río Trejo. Ahí, las casas se encuentran dentro o bajo rocas; que es donde hace tiempo se encontraban las bodegas que hoy le dan nombre al pueblo.
Si después del paseo te entra hambre, puedes recuperar energías con un buen guiso de carne; o con unas tagarninas esparragadas con huevo (o esparragás, tal y como lo dicen por allí), que es la especialidad de la zona. Hoy en día, el aceite de oliva y el mimbre de Setenil gozan de una buena reputación; lo digo por si quieres traerme algún regalito a tu vuelta… 😉
Siguiendo la ruta, puedes hacer un alto en el camino para ver cómo modelan sus famosas guitarras los artesanos de Algodonales; pero es el siguiente pueblo el que bajo ningún concepto debes perderte por ser el más bonito de todos:
ZAHARA DE LA SIERRA
Por la orografía del lugar donde se encuentra, Zahara de la Sierra resulta mágico; con su castillo nazarí del siglo XIII en lo más alto, desde donde se pueden divisar buitres leonados y contemplar unas vistas espectaculares, especialmente a la luz del atardecer. Al asomarse desde las almenas de la torre del homenaje, con un cortado que da vértigo de por medio, el pueblo a tus pies parece ser una maqueta. Por cierto, ten mucho cuidado, pues la subida al castillo junto a los restos de la muralla árabe es tremendamente resbaladiza; no quiero ni imaginar cómo será con los hielos del invierno.
Del casco urbano es reseñable la Iglesia de Santa María de la Mesa, a caballo entre el barroco y el neoclásico, ubicada entre las peñas y la plaza principal, que alberga otro mirador interesante; como también lo son la Torre del Reloj, que es lo único que queda en pie de la antigua mezquita, y la Ermita de San Juán de Letrán.
Junto a la ermita te espera una sabrosa cena en la terraza del Bar Sofía a base de tapas variadas. Puedes probar Lagarto frito (que no es realmente lagarto, sino cerdo); o si prefieres un menú vegetariano, Berenjenas fritas con miel de caña o Saco de queso de cabra payoya con mermelada de vino tinto. ¡Exquisitas!
¿Qué puedes hacer en Zahara de la Sierra?
En Zahara puedes visitar algunas almazaras y molinos en los que a día de hoy sigue produciéndose aceite de manera artesanal. En alguno de ellos, además de degustar el aceite, puedes también alojarte; aunque para dormir en la furgoneta hay un sitio ideal a muy pocos kilómetros: el Área Recreativa Arroyomolinos; Es una zona arbolada a orillas del Embalse de Zahara-El Gastor; un lugar perfecto para darse un baño al despertar y desayunar en el chiringuito de «La playita». Y si no sabes nadar muy bien, no te preocupes, hay socorristas.
No obstante, si lo que te gusta es hacer senderismo, a 5 km. de Zahara empieza la ruta de la Garganta Verde; un estrecho e impresionante cañón dibujado por el Arroyo del Pinar que llega a tener 400 metros de profundidad. Es un paraje único, por sus grutas y su frondosa vegetación. Eso sí, tienes que pedir permiso para poder visitarlo en el Centro de Visitantes de Zahara; y te aviso de que aun siendo verano hará frío y de que puedes llegar a necesitar el uso de cuerdas en algún momento, así que ve preparado.
Para finalizar la ruta de los Pueblos Blancos, y con ello una de las tres zonas que te recomiendo visitar en la provincia de Cádiz:
ARCOS DE LA FRONTERA
Arcos es un pueblo alfarero declarado Monumento Histórico-Artístico. Se sitúa sobre una peña de casi 100 metros de altura, por lo que también goza de unas excelentes vistas; especialmente desde el mirador de la plaza del Cabildo. En Arcos de la Frontera puedes disfrutar de sus típicos zaguanes y patios adornados con cerámicas y plantas; o volar en parapente si te gustan los deportes de riesgo.
Desde Arcos tienes muy a mano Jerez de la Frontera, donde puedes relajarte una tarde noche, entre catas y maridajes; antes de continuar tu recorrido hacia el segundo de los lugares imprescindibles para visitar en la provincia de Cádiz, su capital.
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Me ha parecido muy interesante el artículo. Da ganas de conocer esta zona! Gracias!
¡Gracias a ti! Me alegra que te haya gustado, ¿no serás extraterrestre? ?
Muchas razones para volver a visitar cadiz para otro extraterrestre que solo estuvo en caños. Buen articulo!
¡Gracias! No te pierdas entonces las secuelas de este artículo en las que encontrarás más razones. Un saludo.